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jueves, 22 de julio de 2010

¿LA TELEVISIÓN EMBRUTECE?




Frente a lo que no podemos cerrar los ojos es al hecho de que la televisión crea adicción y que, para cada vez más personas, se va convirtiendo, como dice Enrique Rojas, en casi su único y exclusivo alimento intelectual. Fernando G. Luccini, en su libro "Sueño, luego existo" (Madrid; Grupo Anaya S.A. 1996), nos proporciona algunos datos estadísticos muy significativos, como el hecho de que los niños pasan un tiempo promedio de entre 1000 y 1500 horas al año observando programas de televisión, frente a las 750 horas que están en el colegio. (Op. cit.; p. 43). Según el Informe Carnegie de losEstados Unidos, los programas de televisión, a los que tienen acceso los niños, posen un promedio de entre 20 y 25 actos de violencia por hora (es decir aproximadamente un acto de violencia cada dos minutos). Al cumplir 18 años un estadounidense promedio ha visto quince mil horas de televisión, siendo esto muy de lejos al tiempo que pasó en las aulas escolares.
Lo más grave del rol de la televisión estriba en que, a nivel mundial, la televisión ha ido evolucionando de haber sido un medio escasamente educativo a una televisión (principalmente en los llamados canales comerciales o privados o de señal abierta) poco educativa e incluso ya marcadamente antieducativa, y, como diría el polígrafo peruano Marco Aurelio Denegri, un medio embrutecedor, lo cual no es un delito en ningún lugar del mundo y es por ello que puede desempeñar con plena libertad su papel nefasto. Ello explica cómo se ha llegado al punto francamente peligroso de la denominada «televisión basura», expresión que algunos especialistas consideran que es exagerada, aunque no dejan de reconocer que contiene mucho de basura, aunque nos señalan que un porcentaje de ella es reciclable. Problema relacionado íntimamente con esto, aunque sólo lo mencionaré de pasada, porque requeriría un análisis muy detenido, es el concerniente al porqué de esta evoluciónMario Vargas Llosa en un artículo que mereciera el premio Ortega y Gasset donde analiza la prensa sensacionalista británica, precisa, con mucha lucidez, que en el fondo de todo ese deterioro se encuentra "la banalización lúdica de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse, entretenerse, por encima de toda otra forma de conocimiento o quehacer". Ese olfatear la mugre ajena, de la cual nos habla Vargas Llosa, es la expresión de la frivolidad, reina y señora de la civilización posmoderna.
Es importante señalar que el filósofo español Eduardo Subirats ha señalado cómo la televisión a partir del tratamiento breve de los temas, de sus mensajes simples y el peso dominante de la imagen sobre el discurso lo que consigue es una "banalización de la realidad".



ORGULLOSOS DE SER PERUANOS

¿cual es tu profesor que te brinda confianza?